lunes, 5 de junio de 2017

Pensando en el 2018

Sin duda lo que sucedió en el Estado de México tiene varias aristas y moralejas.

El PRI necesitaba poco más de 1.9 millones de votos para ganar, presupuestando los votos de Morena y un elevado abstencionismo. Eso sucedió, como siempre. Ganó por poco, pero ganó el Estado y su muy valioso presupuesto, el más alto de la República Mexicana. ¿Pensábamos que no harían todo lo necesario y conocido para ganar? Error de nosotros por pensar eso.

Morena, apodo que recibe ahora Andrés Manuel López Obrador, hizo y usó lo todo lo que estuvo a su alcance, y no lo logró. Se quedó en la orilla de nuevo. Si, compitió, pero pasada la noche de la elección tendría que preguntase seriamente los pasos a seguir si quiere competir en el 2018. La figura de su líder no alcanzó para detener la aplanadora en un estado próximo a él. En el 2018 tendrá que convencer a todo el país y llegar a estados, los del norte sobre todo, muy lejanos en distancia e ideología.

Los partidos, salvo el minúsculo y arrastrado PT, decidieron no claudicar ante el ultimátum de López. Los amenazó con no ir juntos al 2018 si no se alineaban ahora. No lo hicieron y, casi estoy seguro, no lo harán más adelante. Hoy, me parece, Morena los necesita más que hace un mes.

Ciento sesenta mil votos aproximadamente le dan el triunfo al tercero de la dinastía Del Mazo. Increíble que esto suceda en una democracia. Ciento setenta mil personas decidieron anular su voto; prefirieron “protestar” así contra el sistema que confiar en Morena y darle el triunfo. Ni a esos pudo convencer en anti sistémico Morena.

Los que decidieron no votar también decidieron permanecer en el statu quo de la manera menos indicada. Si les gusta el régimen sales y votas por el PRI, quitando de enfrente a López y sus peculiares formas de protestar; si no están de acuerdo con el régimen, sales, votas y legitimas el triunfo de Morena. No hicieron ni una ni otra.

El 2018 nos va a presentar a un PRI fortalecido, a pesar de todo lo sucedido en este gobierno. A Morena con la derrota del Estado de México y con el desgaste de las impugnaciones. Será interesante ver cómo la juega Andrés Manuel. Un PAN que sigue con el enemigo en casa, y tal vez como dirigente, más dividido que nunca. Un PRD que peleará por tener un buen candidato entre Miguel Angel Mancera y, porque no pensarlo, Juan Zepeda.

La balanza de la democracia se rige por los electores, esos que, con tarjetas, tinacos, efectivo o por voluntad cívica salen y ejercen su derecho. El enemigo no tiene nombre propio ni es un partido político, es el abstencionismo. Hay que dejarlo claro y pensar en el 2018.

Rabia.

Para el final: ¿para cuando las segundas vueltas?

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