jueves, 10 de marzo de 2011

Mi nuevo amigo Dylan.


Se necesita solo un motivo para generar un lazo y pasarla bien, y tal vez tener 4 años.

Ixtapa Zihuatanejo, marzo 2011. Emiliano con un par cubetas y de palas comenzó a construir su primer castillo de arena al lado de su papá. No pasaron mas de 10 minuto cuando el papá se vio solo construyendo el supuesto y maltrecho castillo de arena, el primero también para él.

De vez en vez el papá levantaba la vista para ubicar a su hijo y la imagen fue la de siempre, la de un pequeño niño de cuatro años corriendo entre las olas con un nuevo amigo que, según el papá, era huésped también.

El tiempo pasó y quedó listo el supuesto castillo de arena, con todo y su río, y fue entonces cuando ese par de cervatillos regresaron a ver la obra maestra.

Cómo se llama tu amigo? – Dylan, papá.

Así comencé un dialogo interrumpido varias veces porque burlar una ola de mar siempre será mejor que charlar con un adulto.

Dylan no era huésped, es hijo, el segundo de tres, de una trabajadora mujer que se dedica a realizar trencitas y tatuajes en la playa, de hotel en hotel, y de un taxista de la zona de Ixtapa. Va al kinder, no a la escuela ya que esa es “para grandes” y él solo tiene 4 años, pero ese día no había ido por tener gripa. Dicho sea de paso, tampoco fue al siguiente día, pero ese es otro cantar.

Emiliano y Dylan corrieron por toda la inmensa playa, construyeron ríos de mar, castillos maltrechos de arena, compartieron juguetes, incluso descubrieron medusas muertas en la playa y unos animalitos que tuve a bien llamar cucarachas de mar. Seguramente no se llaman así, pero ante tal publico no podía contestar “no sé”.

Dylan y Emiliano, dos tipos que no saben de diferencias, de separaciones, de ricos y pobres, de ninguna estupidez creada por adultos y que nos demostraron que con un poco de mar y muchas ganas de pasarla bien, la gente es igual en todos lados.

Prejuicios, tan dañinos como la envidia, ¿cómo quitarlos de nuestras mentes?, ¿cómo hacer que esos niños no los aprendan? Este país, se ha dicho hasta el cansancio (a mi ya me cansó), es diverso y en esa diversidad tendría que estar nuestra fortaleza y no la triste debilidad que día a día nos divide y polariza.

Ojalá que Emiliano y Dylan se encuentren adelante y vuelvan a jugar como lo hicieron hoy, solo pensando que son dos personas con una idea en común: es mejor sumar que restar.



Rabia.

Para el final:

Debo crónica de los Impostores, lo sé, pero ahora la responsable fue mi suegra que, gracias a Dios, esta sana y salva.

2 comentarios:

  1. Siempre siempre hay que sumar...

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  2. SI, SUMAR Y MULTIPLICAR PAZ, AMOR, COORDIALIDAD, COMUNICACION Y TODO PARA HACER DE ESTE MUNDO MUCHO MEJOR PARA ESTOS NIÑOS QUE SON LOS HEREDEROS ¡¡¡

    SIGAN DISFRUTANDO PRIMOS DE LOS SOBRINOS, Y APRENDAMOS MUCHO DE ELLOS, QUE DIOS LOS BENDIGA ¡¡¡

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